Hay que hacer algo con Gualtallary

O por qué considero que está mal la división propuesta.

Para aquellas personas que no sepan, Gualtallary, ese mencionado y famoso distrito del piedemonte del valle de Uco que esta en boca de todos desde hace tiempo y es argumentablemente el de mayor renombre del país, tiene una propuesta de subdivisión. Cuento corto, un consorcio de productores llevó a cabo en 2016 los estudios para la aprobación futura de la IG. En la presentación ante el INV, también incluyeron una propuesta una división del distrito en sub indicaciones geográficas, algo totalmente novedoso para el territorio nacional. Tenía mucha lógica, el distrito es inmenso, con muchas hectáreas plantadas a múltiples altitudes, no todo era igual.

La división planteada estaba basada principalmente (casi únicamente) en un sólo parámetro, el índice bioclimático de Amerie – Winkler. En palabras sencillas, funciona de forma muy similar a la temperatura media, donde se divide en cinco franjas de acumulación de calor, desde el Winkler I (más frío) hasta el Winkler V (más cálido). Y sí, se usan números romanos para la numeración. Es así como se comparan algunas regiones vitivinícolas en el hemisferio norte. La intención original de quienes lo desarrollaron fue el de comparar térmicamente, o sea, la capacidad de un lugar de poder llegar a madurez diferentes tipos de uvas en el estado de California. Su cálculo y requerimiento es tan sencillo que rápidamente se esparció por el mundo. Se sabe que la Champaña es I, que Borgoña es II, Ródano Alto III y así con otros lugares.

Con esa misma idea, y con datos de temperaturas de estaciones meteorológicas a distintas alturas, se propuso dividir el distrito en bandas o franjas térmicas que representen a cada Winkler determinado. Debido a la gran diferencia altitudinal, cuando se aplica este índice a Gualtallary se encuentra que la parte de más abajo, sobre la RP89, es IV y la parte más alta plantada es I. Así nacen cuatro de las cinco subdivisiones del distrito. La Vencedora se definió como la región Winkler IV entre la RP89 y prolongación calle La Costa. Albo es la región WInkler III entre la prolongación calle La Costa y los 1325 msnm. Monasterio es la región Winkler II entre los 1325 msnm, y los 1500 msnm y Las Tunas es la región WInkler I a más de 1500 msnm. La quinta zona no fue por temperaturas sino por tipo de suelos, el Gualtallary Río, abarca toda la parte sur del distrito bajo la influencia del río Las Tunas.

Tengo que mencionar que conozco a las personas que participaron en el estudio y sé que esta primera división se hizo con la mejor de las intenciones, con las herramientas disponibles en su momento, pero ya tiene varios años, el conocimiento del lugar avanzó muchísimo y con ello nos empezamos a dar cuenta que algunas cosas no cuadraban y que no todo era tan reducible a un numerito romano.

Lo que me preocupa es que esta propuesta de subdivisión caló profundo en muchos periodistas, sommeliers y enófilos. Pasó que por fin tenían una «herramienta de mensura» para conocer mejor un lugar tan grande, disperso y apasionante como lo es Gualta. Pero a mi criterio, tiene un problema de base, que es la vara con la que se dividió.

Este índice se desarrolló y funciona muy bien en lugares cercanos al mar, con humedades relativas altas y precipitaciones que permiten llevar a cabo una viticultura de secano. En lugares desérticos, continentales y principalmente de altura, simplemente fallan. El ejemplo más fácil son las fincas que están en Las Tunas, todas tienen plantado Cabernet Sauvignon, Malbec, Franc y maduran sin problemas. No tiene punto de comparación con lo que se hace en la Champaña (ambos Winkler I). Entonces, ¿qué está pasando? El principal responsable es la sequedad del clima y la radiación del sol a causa de la altura. Esto hace que los procesos que se desencadenan en la vid no sean equivalentes a otras zonas de igual suma térmica. Esto ya lo habíamos visto cuando comparábamos los viñedos de extrema altura de Jujuy con los del valle de Uco y el valle de Trevelin. Sumas térmicas iguales, pero viñedos y vinos diametralmente opuestos.

En años muy cálidos, como la cosecha 2020 o 2023, no hay casi esta subdivisión de índices dentro de Gualta, Queda todo apretado entre III y IV, y no marca las diferencias que en su objetivo se definieron. Es más, existen más diferencias en madurez y puntos de cosechas entre los distintos suelos de una misma finca que entre suelos iguales pero con un Winkler de diferencia. Si es rebuscada la oración vuélvanla a leer, porque esto es clave para entender el por qué considero que hay que barajar y dar de vuelta, con todo el conocimiento adquirido en estos años.

Cuando repasamos el estado de situación de la IG, vemos que tenemos un distrito que tiene trabada su Indicación Geográfica por un tercero que se sentó sobre la marca y no la libera, y que además tiene una propuesta de división basado en un índice que no dice casi nada de la zona y el cual se ha vuelto masivo en el mundillo enófilo, ese 1% de la pirámide de vinos. Es un buen momento para parar la pelota y repensar lo que estamos haciendo y qué es lo que queremos para los próximos 50 años.

Entonces, ¿cómo pensar en un Gualtallary más ordenado, generando unidades de división que sean más consistentes y que muestren la realidad de climas, suelos, viñas y vinos? No es una tarea para nada simple, porque existen múltiples factores que atentan contra ella. El concepto de simplicidad debe primar, sabiendo que en la naturaleza las divisiones son transicionales, es un continuum de variables que suavemente van cambiando, por lo que trazar una raya, además de arbitrario, puede ser antipático para muchos productores. El inicio de cualquier división en la zona tiene que tener en cuenta no la suma térmica o estrictamente los suelos, sino algo más abarcativo que es el concepto de paisajes, porque eso abarca más cosas y baja al terreno la clasificación. El ambiente de las lomas, el de las interlomas, etcétera. En eso estoy trabajando desde hace un tiempo largo de la mano de muchos amigos productores de Gualta, para poder presentarles la mejor y más lógica propuesta de división.

Comprendo el berenjenal en qué me metí, cualquier nueva división levantará polvareda porque tampoco hay que ser ilusos, existen los lógicos intereses de quienes tienen allí sus tierras y viñedos. Y otra cosa que aprendí es que por más que uno intente hacer las cosas con la mayor honestidad intelectual posible, siempre va a existir alguien con el derecho de sentirse ofendido. Bienvenidos al siglo XXI, donde caulquiera tiene el derecho de sentirse ofendid@ 🙂

Quería hablar de este tema, exponer al elefante en la habitación porque quiero que tengamos cosas bien hechas, serias. Ya sufrimos con el ridículo cambio del Paraje Altamira y su extensión en el 2016, un sinsentido. En este caso no primó la mala fe, pero veo que hay tanto caído del catre que sólo quiere «vino del Monasterio», porque lo dicen así, sin sonrojarse ni tener concepto propio y menor profundizar una idea o concepto, que veía necesario expresar esta idea lo antes posible, aunque lo lean diez loquitos sueltos.

No puedo terminar esta entrada sin mencionar que en el libro que estoy trabajando y que tiene por fecha de publicación hacia fines de año, hago una presentación formal de mi división propuesta. No pretendo que sea la definitiva o única, pero va a estar muy bien justificada y ya les adelanto que la considero superadora. Hasta la próxima.

2 comentarios en “Hay que hacer algo con Gualtallary”

  1. Y otra cosa que aprendí es que por más que uno intente hacer las cosas con la mayor honestidad intelectual posible, siempre va a existir alguien con el derecho de sentirse ofendido. Bienvenidos al siglo XXI, bitch!

    Muy bueno, tiene td razón!!

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